El arte culinario basado en múltiples especies florales no es una característica de la nueva gastronomía, el uso de las flores en la cocina es remoto y diversas culturas del mundo han utilizado las flores para sus platos.
Cocinar con flores no es un esnobismo, es un ingrediente más que aporta nuevos sabores. Si queremos realmente sorprender a nuestros comensales que mejor que unas flores. Unos platos próximos y sencillos con un toque floral dan un aire exótico, singular, distinto con todo el color y sabor de nuestro jardín. No es lo mismo servir una tortilla que una tortilla con flores de caléndula o una sopa de pollo que una sopa de pollo con hojas y flores de malva. Nuestros platos tendrán unos sabores y texturas inusuales y del todo frescas. Y es que no hace falta ser un gran cocinero, se trata de experimentar y combinar bien los sabores. Es cuestión de llevar nuestro jardín a la mesa. Existen numerosas recetas con flores que se pueden encontrar en libros y especialmente en internet. Propongo probar las flores primero con ensaladas y una vez se conoce los sabores de cada una disponerlas con otros ingredientes.
En general las flores tienen que ser frescas, cuando se utilicen en la cocina, pero hay excepciones, como el uso de la manzanilla, que puede utilizarse seca, para la preparación de infusiones. Para que las flores sean frescas hay que recogerlas o de buena mañana o a la noche sin estar acaloradas por el sol.
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