La jardinería y la micorriza
La unión o simbiosis entre la raíz de una planta y las hifas de determinados hongos es lo que se denomina micorriza. La palabra viene de: hongos (micos) y raíces (rhizos). Se trata de una relación con un claro beneficio mutuo: las hifas ayudan a las raíces a mejorar su capacidad de absorción de agua y sales minerales y el hongo obtiene de la planta nutrientes orgánicos (azucares) que por sí mismo es incapaz de sintetizar.
Aproximadamente el 90% de todas las especies vegetales viven en simbiosis con una gran cantidad de hongos del suelo. Existen miles de especies de hongos micorrícicos que forman esta simbiosis con las plantas y árboles. Los hongos micorrícicos se hacen visibles cuando forman trufas o setas, el “fruto” del hongo. No todas las especies de hongos establecen estas relaciones simbióticas, algunos se alimentan de materia orgánica muerta o en descomposición, y otros se nutren de vegetales y animales vivos.
La micorriza se formará preferentemente en suelos de bosques ricos en mantillo. Y unos vegetales son más dependientes que otros a la micorriza. Es el caso de algunos árboles como los pinos, mejoran muchísimo si están micorrizados. En otras especies, esta unión es tan estrecha que sin ella la planta no puede subsistir, como es el caso de las orquídeas en sus selvas tropicales. Las plantas cuyas semillas carecen de endosperma (sustancias alimenticias de reserva) dependen completamente del hongo para alimentarse y germinar posteriormente.
Una vez conocida la simbiosis entre hongos y plantas, como se pueda entender la práctica de la jardinería ¿cómo un pino e orquídea puede vivir sin ser micorrizados?
En el mercado existen abonos y tratamientos que compensan en parte la ayuda de estos hongos. Aun así las plantas de interior (la mayoría procedentes de selvas tropicales) viven mucho menos tiempo. Una planta que en la naturaleza depende al 100% de un hongo quiere decir que si la queremos disfrutar en casa deberá recibir periódicamente abonos.